El Criterium de Dauphiné tiene la ventaja de que es dos
carreras en una. La primera es la propia Dauphiné. La segunda es el comienzo
del Tour. Este criterium supone una buena oportunidad para calibrar el
estado de forma en el que se aproximan los corredores que más tarde
participarán en la carrera por etapas más importante del mundo. Reafirma y crea
nuevos candidatos en unas carreteras por las que, semanas más tarde, los
ciclistas volverán a transitar. Esta edición de Dauphiné, la número sesenta y
seis, ha adquirido mayor relevancia puesto que en ella han participado los que,
a priori, serán los tres máximos favoritos para ganar el Tour: Chris Froome,
Alberto Contador y Nibali.
Froome empieza fuerte
De los 1176 kilómetros que formaban el recorrido de la
carrera, los primeros 10,4 eran una lucha individual contra el cronómetro por
las calles de Lyon, antigua capital de la Galia durante el Imperio Romano.
Las altas temperaturas previstas para la etapa adelantaron la
salida de los hombres importantes de la general. Kelderman fue el primero en
marcar un buen crono, pero poco después su tiempo sería batido por el del
luxemburgués de Trek, Bob Jungels. La joven promesa de tan solo veintiún años
confirmó con su tiempo lo apuntado cuando ganó el campeonato del mundo
contrarreloj junior y se colocó como líder provisional de la etapa.
En el punto intermedio fue Nibali quien marcó el mejor tiempo
de los favoritos, pero se desinfló en la segunda parte del prólogo y finalmente
solo pudo obtener un nada despreciable octavo puesto. El tiempo de Jungels
resultó ser muy bueno, tanto que solo dos corredores pudieron batirlo:
Contador, que lo mejoró en un segundo y el ganador final de la etapa, el
británico de origen keniata, Chris Froome, nueve segundos mejor que el
luxemburgués.
De los favoritos para el triunfo parcial, ni Richie Porte, ni
Michal Kwiatkowski, ni Geraint Thomas, ni Sylvain Chavanel pudieron siquiera
entrar en el top 15 de la etapa aunque estuvieron cerca de hacerlo.
Victoria y jersey amarillo, por tanto, para uno de los
máximos favoritos al triunfo final del Dauphiné. Conseguido el primer objetivo,
había que defender ese liderato en una sucesión de etapas bastante complicadas.
Derroche de fuerza en el Col du Béal
El lunes tuvo lugar la primera etapa de montaña de la
carrera. Después del prólogo, los ciclistas se enfrentaban a un recorrido en el
que había hasta seis ascensiones, todas relativamente cómodas salvo la última,
el Col du Béal, un puerto de categoría especial de 13,6 kilómetros al 6,6% de
media que ponía el colofón final a la etapa.
Antes de llegar a Béal se formó la habitual escapada
integrada por Kevin Reza (Europcar), Mathias Brandle (IAM), Alexis Gougeard
(AG2R), Thomas Damuseau (Giant Shimano) y Alessandro De Marchi (Cannondale).
Ningún futuro para los escapados pero al menos, De Marchi y Reza, consiguieron una buena colecta de puntos para
luchar por el maillot de la montaña que finalmente se llevaría el de
Cannondale.
Una vez llegado el grupo de los favoritos al último puerto,
el Sky se puso a trabajar imponiendo un fuerte ritmo de subida. El ritmo fue
tan alto que hasta los propios corredores de Sky se cortaron en la ascensión.
El caso más sangrante fue el de Richie Porte, que se descolgó sin siquiera
haberse puesto en cabeza del grupo. El último relevo del equipo británico lo
dio el ex Euskaltel, Mikel Nieve. El navarro se colocó en la cabeza del grupo y
dejó a muy poquita gente a su rueda hasta que a falta de cinco kilómetros para
la meta Froome dijo “aquí estoy yo” y cambió el ritmo sin levantarse de la
bicicleta. Contador, muy atento del keniata, fue el único que no se soltó de
rueda. Con la reagrupación Froome decidió que había que atacar de nuevo. Esta
vez sí se levantó del sillín y realizó un cambio de ritmo feroz que sostuvo
durante más de 500 metros. Impresionante. Con la boca abierta y sin pestañear
pude apreciar que, a pesar de la violencia del demarraje, Contador seguía
cosido a su rueda sin haberse despegado ni tan siquiera un metro. El resto de
favoritos recogían sus pedazos de carne picada y seguían a lo suyo. Froome al
ver a Alberto a su rueda no siguió y Contador, que anunció que llegaba a la prueba
con ciertas reservas, no le dio ni un relevo. El parón propició que todos se
volvieran a reagrupar.
De camino a la meta se produjeron varios ataques que no
llegaron a fructificar por parte de gente como Talansky o Kelderman.
A falta de 800 metros para el final llegó un nuevo cambio de
ritmo de Froome, que ya no pararía hasta cruzar la meta. Tremendo sprint del
keniata que volvió a dejar a todos clavados. A todos excepto a Contador, que en
esta ocasión sí sufrió, y mucho, para no perder la rueda del corredor del Sky.
De hecho, hubo un momento en el que Alberto perdió un par de metros y parecía
que se iba a quedar, pero se recuperó aunque no lo suficiente como para poder
sobrepasar Froome.
Nueva victoria para el keniata que reafirmaba así su jersey de
líder, demostraba estar muy fuerte y metía miedo a los rivales. La noticia más
importante del día era que, a pesar de la violenta demostración de Froome,
Contador había aguantado cada uno de sus ataques sin ceder nada de tiempo. El
resto de favoritos llegaron entre treinta segundos y un minuto después.
Sprint de serie B
Esta edición del Dauphiné no estaba diseñada, ni mucho menos,
para los ciclistas más rápidos del pelotón por lo que los mejores especialistas
del mundo han causado baja este año. Ha habido que conformarse con la serie B
de los finalizadores. La mejor y única opción que han tenido los velocistas ha
sido la llegada de Le Teil. Una etapa con mucho sube y baja pero que contaba
con unos últimos cuarenta kilómetros llanos que invitaban a preparar una
llegada masiva.
El que los sprinters solo tuvieran esta oportunidad
para ganar, hizo infructuoso el intento de escapada de hombres, entre otros,
como Grivko (Astaná), Erviti (Movistar), Ligthart (Lotto) o Koren (Cannondale).
Los escapados vieron como eran engullidos por un pelotón liderado tímidamente
por Omega. Da igual que no esté Cavendish, los corredores de Lefevere ven
acercarse la pancarta de meta y automáticamente entran en estado de trance; se
les ponen los ojos inyectados en sangre, comienzan a soltar espuma por la boca
y ¡a tirar del pelotón!
La llegada tenía bastante trampa. Carretera estrecha y un par
de curvas peligrosas. Dos Orica parecían entrar mejor colocados que el resto
pero de pronto, de la nada, apareció el Giant, Van Rensburg que dejó a escasos
metros de la victoria a su compañero, el teutón Nikias Arndt. Por detrás y con
mucha fuerza surgió Boeckmans, pero al belga del Lotto le faltaron dos metros
para terminar de culminar su remontada, de modo que el alemán de Giant se hizo
con la victoria del tercer parcial.
Seis años entre Morzine y Gap
La cuarta jornada volvía a tener a la media montaña como
protagonista. Gente ilustre como Bakelants (Omega), Velits (BMC) o Larsson
(IAM) y repetidores de escapada como Erviti (Movistar), Ligthart (Lotto) o
Grivko (Astaná) formaron una fuga de la que salió el ganador. No, no fue
ninguno de los nombres que acabo de mencionar. En la llegada de Gap se impuso
un hombre de Katusha: Yury Trofimov. El ruso lanzó un ataque a falta de dos
kilómetros para coronar la última
ascensión del día, el Col de Manse, y nadie pudo seguirle. En los casi trece
kilómetros de descenso que quedaban hasta la meta solo tuvo que gestionar los
treinta segundos de ventaja que había adquirido en la cima. Trofimov volvía, así,
a ganar en Dauphiné. Seis años antes, el año de su debut en profesionales,
había ganado una etapa con final en Morzine. Tres son las victorias que adornan
el palmarés de Trofimov hasta la fecha y dos han sido aquí, en Dauphiné.
Contador asusta a Froome
En Katusha corre un ciclista bastante peculiar, el esloveno
Simon Spilak. Buen corredor, con capacidad para subir puertos y una más que
aceptable capacidad para luchar contra el crono. Spilak lleva años colándose en
los primeros puestos de las vueltas por etapas de una semana de igual forma que
evita participar, dentro de lo posible, en cualquiera de las tres grandes.
En su participación de este año ha cambiado su habitual
presencia en el top ten por una victoria de etapa. El corredor natural
de Tisina tomó ejemplo de lo realizado el día anterior por su compañero
Trofimov y demarró en los kilómetros finales de la subida a la Côte de Laffrey,
sexta y última dificultad montañosa de la jornada. Lo que fue bueno para
Trofimov lo fue también para Spilak y pudo llegar en solitario a la línea de
meta.
En el grupo de favoritos, durante el descenso del Col de la
Morte, Alberto Contador aprovechó un momento de relajación del Sky y se fue
hacia delante en compañía de su coequipier, Paulinho. La aventura duró
apenas unos kilómetros y no hubo cambios en la general pero el susto y el
calentón del Sky para ellos se quedan.
A falta de pocos kilómetros para el final, de la disciplina
del pelotón saltaron dos prometedores jóvenes, Adam Yates de Orica y Kelderman
que fue segundo en la etapa y arañó los segundos suficientes como para igualar
el tiempo de Contador y colocarse provisionalmente segundo en la general.
Froome por los suelos
Otra etapa de media montaña y una otra fuga numerosa
compuesta por Westra (Astana), Paulinho (Tinkoff), Simon (Cofidis), Keukeleire
(Orica), Erviti (Movistar), Péraud (AG2R), Ligthart (Lotto), Saramotins (IAM),
Bodnar (Cannondale), Voigt (Trek), Bakelants, Stybar (Omega), Damuseau (Giant),
Conti (Lampre), Tankink (Belkin) y Benedetti (NetApp).
Un ataque de Westra en la penúltima subida seleccionó el grupo y junto
a él se fueron Bakelants y Ligthart. El corredor del Lotto no pudo aguantar el
ritmo de sus dos compañeros en la última ascensión del día y quedó eliminado de
la lucha por la victoria de etapa. En los últimos metros, Westra adelantó el sprint,
lo que aprovechó Bakelants para superarlo a pesar de que fue cerrado contra
las vallas en el esfuerzo final. El holandés del Astana se lamentaba por la
oportunidad perdida. El belga de Omega sonreía.
A falta de siete kilómetros para la conclusión de la jornada, el líder
de la carrera, Chris Froome, se fue al suelo y se llevó un buen raspón.
Afortunadamente para él no fue grave, pudo continuar en carrera. El resto de
los corredores respetaron su jerarquía, cosa que estaba en duda ya que todos
los finales de etapa anteriores fueron muy rápidos y disputados. En cualquier
caso no hubo movimientos y no perdió tiempo en la general.
Pasó lo inesperado
Tras varios días de subir y bajar puertos alpinos
relativamente cómodos, el pelotón encaraba la etapa reina de la edición de
2014, etapa que concluía con dos puertos hors catégorie en los últimos
treinta kilómetros del recorrido. Se avecinaba por tanto un día grande en la
carrera.
Tras la intentona de varios corredores, finalmente abrió
camino un grupo compuesto por los Katusha Silin y Trofimov, el Garmin,
Hesjedal, Gallopin del Lotto y Alaphilippe del Omega. Trofimov copió su
estrategia del cuarto día y se marchó en solitario al final de Forclaz. En el
descenso se le unió su compañero y compatriota Silin y juntos ascendieron las
rampas del Montée de Finhaut-Émonsson mientras los demás les perseguían sin
perder la fe en el triunfo.
En el pelotón de favoritos el Sky impuso un ritmo de subida
muy alto, de modo que el grupo se fue desgranando. Excepcional trabajo de David
López y sobre todo, de Mikel Nieve. El último relevo lo tomó Porte, con Froome
siempre a rueda y pegado a este, Contador.
Por delante, Westra, con mucho esfuerzo, iba arañándole los
segundos al dúo ruso que formaba la cabeza de la carrera.
Cuando todo invitaba a pensar que no habría movimientos,
Contador atacó en la parte más dura de la subida, a falta de kilómetro y medio.
Froome no salió al ataque y le dejó el marrón a su compañero Porte que
estableció un ritmo insuficiente para dar caza a Alberto. La reacción de Froome
vino cuando pasó bajo la pancarta del último kilómetro y entró en la que
consideraba que era la distancia de seguridad. Cambió el ritmo, dejó al resto
de corredores detrás y se acercó un poco a Contador, pero los últimos metros se
le hicieron infinitos al keniata que se vio superado por Talansky y cruzó la
línea de meta al borde del desmayo. Acababa de perder el jersey amarillo en
favor de Contador por ocho segundos.
Poco antes, Trofimov buscaba la que sería su segunda victoria
del Dauphiné y Silin su primera. Katusha lo tenía hecho pero, de pronto, Lieuwe
Westra apareció y a base de potencia y fuerza superó en los últimos 100 metros
a los dos rusos que se quedaron clavados con cara de Perestroika. Victorión
merecidísimo para el luchador holandés.
La etapa concluía con un cambio de líder y media Dauphiné en
el bolsillo de Contador que se confirmaba como el más fuerte del pelotón
después de que Froome mostrase una, hasta entonces, impensable debilidad.
Domingo de gloria
El Dauphiné se cerraba con la etapa más corta del recorrido,
130 kilómetros con final en Courchevel, subida donde Valverde se impuso a
Armstrong en el Tour de 2005. Todo estaba dispuesto para que Contador se
proclamara campeón de la ronda francesa por primera vez en su carrera, pero no
todo estaba decidido aún.
Una escapada numerosa formada casi de inicio puso en jaque al
líder de la carrera. Talansky, tercero en la general a treinta y nueve segundos
del pinteño, Hesjedal, Van den Broeck, Van Garderen, Adam Yates, otra vez
Westra, Nieve, David López y Porte entre otros se fueron hacia delante con la
total permisividad del conjunto Tinkoff, una auténtica verbena de equipo. La
actuación de conjunto más calamitosa que yo haya visto jamás. Tras veinticinco
kilómetros de etapa, ¡veinticinco! El grupo de gente peligrosísima contaba con
1´44” de ventaja. A los treinta y tres kilómetros, la ventaja se había
incrementado hasta los 2´50”. Esperpéntico. Ríete tú del España-Malta. Niños
contra hombres. Tal fue el despropósito, que Sky frenó a López y a Porte y
Astana a Westra. Contador a esas alturas de la película ya rodaba solo. Todo
quedaba en manos del Sky y en menor medida del Astana.
Conducidos por los equipos de Froome y Nibali la ventaja se
redujo hasta poco más de un minuto. En ese momento y acercándose a Montagny,
puerto de primera categoría, Contador pareció decir a Froome que o se la jugaba
Sky o que allí morirían los dos. El corredor del equipo británico intentó un
ataque... ¡en el llano! Alberto le cogió rueda fácil y pararon un poco para
coger resuello. El parón lo aprovechó el más listo de todos, Nibali, que se fue
junto con Fuglsang y Kelderman hacia delante. Contador y Froome, los máximos
favoritos se miraron y dejaron hacer. Al pie de los ocho kilómetros de
ascensión a Montagny, el grupo de Nibali les metía un minuto y el Talansky
había vuelto a abrir hueco hasta los 2´45”. Al comenzar la subida, Contador que
veía cómo se le escapaba el amarillo atacó y dejó atrás a los Sky. Ya no corría
contra Froome, que se quedó clavado. Ahora lo hacía contra Talansky y lo tenía
muy negro.
El madrileño se levantó sobre su bicicleta y empezó a
engullir a los ciclistas que le precedían. Ocho kilómetros de puro espectáculo
en los que redujo la desventaja con Nibali a treinta segundos y con Talansky a
solo un minuto. Necesitaba recortar veintidós segundos más para salvar el
maillot amarillo. Pero la ascensión se acabó y la bajada y el llano previo a
Courchevel cortaron la recuperación de tiempo de un Contador que veía como los
grupos que le precedían volvían a aumentar su ventaja. En el grupo cabecero
Talansky asumió toda la responsabilidad. Sorprende que Van den Broeck, muy bien
colocado en la general, no lo probara ni una sola vez. Con Contador en el filo
de la navaja y Talansky desgastándose la oportunidad era inmejorable. Mientras,
a Froome le iban cayendo los minutos.
Contador atrapó y superó con facilidad a un bastante mal
parado Nibali, pero su ritmo en comparación con la cabeza de carrera ya no era
tan bueno y apenas podía reducir la desventaja mientras los kilómetros iban
pasando. Cincuenta segundos era su desventaja a falta de tres kilómetros. Nieve
aprovechó el desgaste en cabeza, se marchó solo y se llevó una victoria de
prestigio y, en cierto modo, arregló el aciago día de su líder que entraría
cinco minutos más tarde y se despediría incluso del top ten. Talansky cruzó la
meta a siete segundos del navarro. Solo faltaba saber si Alberto habría podido
cerrar la distancia y salvar el liderato, pero al final pagó el esfuerzo y se
dejó en la cima un minuto con respecto a Talansky.
La exhibición de Contador fue en balde. El triunfador final
fue el norteamericano del Garmin, que rompía en lágrimas sobre la misma línea
de llegada de Courchevel. Auténtico espectáculo el vivido entre Mègeve y
Courchevel. Enhorabuena, Talansky.
Clasificación general final:
Escrito por:
@AbdonRV
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