El Giro de 1996 se iba a decidir en
las ultimas jornadas, en un apasionante duelo en la alta montaña entre Abraham
Olano y el ruso Pavel Tonkov
Si, como habéis
leído. Esa frase que titula esta entrada aparecía pintada en una de las múltiples
pancartas que los tifossi italianos
tenían en sus manos en las últimas rampas de la ascensión al gigantesco Pordoi en la jornada a la que nos
referimos.
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Estamos en
el Giro de Italia de 1996, que ese año había comenzado en Grecia con tres
tediosas jornadas al sprint y que dejaba lo mejor para las etapas finales. La
etapa que hacia la numero veinte, venía precedida de una contrarreloj ganada
por el ruso Eugeni Berzin por tan
solo 1 segundo de diferencia con el guipuzcoano Abraham Olano. La maglia rosa viajaba a la espalda de otro ruso en
cuestión, Pavel Tonkov con una mínima
diferencia de ventaja sobre Olano. La jornada era de las que hacen afición, con
un doble paso por el Pordoi, donde
estaba situada la línea de meta, el Passo Manghen
y el temible Passo Fedaia o Marmolada como también se le conoce.
Poco antes
de comenzar la subida a la Marmolada, varios hombres escaparon del control del
grupo comandado en todo momento por la escuadra italiana del Panaria, el equipo
del líder Tonkov. Entre estos escapados se encontraban algunos corredores del
equipo de Abraham Olano, el conjunto Mapei. Esto hacía presagiar el buen estado
del corredor vasco. Pero ya en plena ascensión y con una fuerza descomunal un
italiano de Brescia, Enrico Zaina
salía del grupo de los favoritos llevándose consigo al líder Tonkov, el único
que pudo seguir la rueda del valiente italiano. Ni Berzin, que fue el primero
en ceder, ni Gotti, ni Ugrumov pudieron con ese ritmo. Abraham Olano tampoco
pasaba por un buen momento y perdía unos metros respecto al líder y a Zaina. Se
podía hacer una previsión de sentencia del Giro por parte del ruso Pavel
Tonkov. Pero ni siquiera el líder estaba cómodo con el ritmo de Zaina, que se
fue por delante para firmar una magistral cabalgada. Por detrás después de una
magnifica recuperación Olano contacta con los hombres de cabeza entre los que
se encontraban además del líder Tonkov, Ugrumov e Iván Gotti, cerca ya de
coronar el legendario Passo Fedaia.
Con unos
rivales con mucha más habilidad en la escalada, Olano encara las primeras
rampas del segundo paso por el Pordoi con gran tranquilidad y con un portentoso
control de la situación. No solo eso, en parte de la subida el corredor
guipuzcoano toma el mando del grupo y protagoniza algunos acelerones que apunto
están de soltar al ruso Tonkov. Iván Gotti se marcha por delante y deja solos a
Olano y Tonkov en su particular duelo por la preciada maglia rosa. Enrico Zaina
culmina de forma sensacional su escapada y se hace con la victoria de etapa
además de subir algunos puestos en la general que le supondrían ser segundo en
la general final de Milán. En la línea de meta del Pordoi, Abraham Olano
consigue a duras penas picarle unas centésimas al ruso. Después de la decisión
de los jueces, el corredor de Anoeta se convertiría en el líder de la carrera
después de protagonizar una espectacular etapa en un terreno totalmente hostil
para él, un corpulento rodador.
Haciendo
mención a la citada pancarta, Olano no solo fue mágico, fue algo más, para
hacerse con el liderato de la carrera y dominar la carrera en la alta montaña
ante adversarios más potentes en ese terreno. Al día siguiente camino de Aprica
y con el violento Mortirolo de por
medio la magia se esfumo y con ella la maglia rosa dejando a Olano tercero en
la general final.
Escrito por:
@Sincadenablog
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